Enfrentamientos entre beduinos y drusos en el sur de Siria han dejado al menos 940 muertos, a pesar de un alto el fuego anunciado por el gobierno interino. Saqueos, incendios y ejecuciones suman una nueva tragedia humanitaria, con más de 87 mil desplazados, según la ONU.
Combatientes drusos retomaron el control de Sweida, mientras cadáveres fueron enterrados en fosas comunes por falta de espacio en la morgue local. La comunidad internacional ha denunciado la participación de fuerzas estatales en los ataques, y se registran crímenes como tortura y humillaciones públicas a clérigos.
Estados Unidos exigió al gobierno sirio detener la violencia. El secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió que Siria debe frenar la entrada de grupos extremistas y castigar a los responsables. Sin electricidad, agua ni alimentos, los habitantes de Sweida enfrentan una crisis devastadora. Mientras tanto, el mundo observa con alarma un conflicto que amenaza con extenderse en la región.